viernes 03 mayo 2024

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La academia de San Carlos

Historia de MéxicoLa academia de San Carlos

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A lo largo de los siglos, desde el XVI hasta la actualidad, La academia de San Carlos ha sido el crisol donde se han moldeado sucesivas estirpes de creadores, muchos de los cuales desempeñaron un papel fundamental en la configuración de gran parte de la herencia cultural arraigada en el corazón mismo del Centro Histórico.

Academia de San Carlos Exterior

Si un viajero recorre la calle de Moneda desde el icónico Zócalo de la capital hacia el oriente, al girar a la derecha en la primera cuadra, se topará con seis medallones notables que capturan los rostros de figuras clave en la historia del arte de nuestro país: Miguel Ángel, Rafael, Jerónimo Antonio Gil, Carlos III, José Bernardo Couto y Manuel Tolsá. Estos nombres, además, son fundamentales en la crónica del edificio que se yergue ante el caminante: la Antigua Academia de San Carlos.

En la actualidad, el edificio de tonos anaranjados alberga la prestigiosa División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Sin embargo, este edificio tuvo variados roles en el pasado, hasta transformarse en la morada de la Real Academia de Nobles Artes de San Carlos de Nueva España en 1791.

Antigua academia de San Carlos Exterior

La academia de San Carlos Como Hospital

Fray Juan de Zumárraga, el primer obispo de la diócesis de México y fundador de la Real y Pontificia Universidad de México, estableció en este mismo espacio, alrededor de 1539, un hospital, aprovechando un terreno que estaba destinado a ser una cárcel dentro del arzobispado. Este centro médico acogió a personas que sufrían de enfermedades como la sífilis o la lepra, afecciones que no encontraban tratamiento en los limitados hospitales de la época.

En un giro histórico significativo, en 1546, el rey Carlos V promulgó una cédula que asignaba las rentas del pueblo de Ocuituco, en el actual estado de Morelos, para sostener este lugar, desde entonces conocido como el Real Hospital del Amor de Dios. Fray Zumárraga formalmente vinculó la institución a la Catedral y se acordó que una parte de los diezmos se destinara a la atención de los enfermos.

El edificio original experimentó ampliaciones pocos años después, incorporando las casas que habían pertenecido al Colegio de Niñas Indias. Posteriormente, en la esquina donde se cruzan la calle de la Academia y la calle de Moneda, se levantó una iglesia que enriqueció aún más el conjunto arquitectónico.

Durante casi dos siglos y medio, este hospital, en el cual Carlos Sigüenza y Góngora, un influyente pensador novohispano, asumió el rol de segundo capellán, operó de manera constante con sus ciento cincuenta camas. Sin embargo, en 1786, los pacientes fueron trasladados al Hospital General de San Andrés, ubicado en la calle de Tacuba, actualmente el hogar del Museo Nacional de Arte. Esta reubicación marcó el cierre definitivo del Hospital del Amor de Dios.

Academia de San Carlos Interior

La academia de San Carlos como escuela

Dos prominentes personalidades, Gerónimo Antonio Gil, destacado tallador de la Real Casa de Moneda, y Fernando José Mangino, superintendente de la misma entidad, presentaron al virrey Martín de Mayorga un ambicioso proyecto para establecer una escuela de pintura, escultura y arquitectura. Gracias a esta audaz iniciativa, en 1783, Carlos III dio su aprobación para la creación de la Academia de San Carlos. Inicialmente, esta institución tuvo su sede en la Casa de Moneda, aunque el número de estudiantes aumentó significativamente, lo que llevó al arrendamiento del espacio actual por la suma anual de mil pesos.

La Academia se estableció en el antiguo emplazamiento del Hospital del Amor de Dios en 1791. En el mismo año, llegaron desde la metrópoli los renombrados educadores Rafael Jimeno, experto en pintura, y Manuel Tolsá, hábil escultor. Tolsá llevó consigo una valiosa colección de réplicas de yeso de esculturas provenientes del Museo del Vaticano, un regalo del rey Carlos III, que posteriormente recibió elogios del ilustre barón von Humboldt.

Tolsá se convirtió en una figura trascendental en el Centro Histórico de la ciudad, contribuyendo a la construcción de una nueva cúpula para la Catedral Metropolitana y la restauración de su fachada principal. Además, estuvo involucrado en el diseño del Colegio de Minería y creó su obra maestra, la estatua ecuestre del monarca Carlos IV.

Academia de San Carlos Escultura

Real academia de Bellas Artes de San Carlos

En 1794, la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos efectuó la adquisición del edificio que había estado arrendando desde 1791, emprendiendo una renovación integral que no obstante conservó la estructura arquitectónica original.

A lo largo de la Guerra de Independencia, la Academia enfrentó un periodo de decadencia marcado por el agotamiento de los recursos destinados a su mantenimiento, lo que culminó en su cierre en 1821. Posteriormente, en 1824, en plena era de independencia mexicana con Agustín de Iturbide como emperador, la institución reabrió sus puertas, si bien fue en 1843 que se logró estabilizar sus finanzas, gracias a un fondo establecido por uno de los diversos gobiernos dirigidos por Antonio López de Santa Anna.

Academia de San Carlos

Remodelación y actualidad de la academia de San Carlos

En 1858, bajo la dirección de Bernardo Couto, se llevaron a cabo las reformas más notables en la estructura hasta esa fecha. El arquitecto italiano Javier Cavallari, quien también se desempeñaba como director de la institución, lideró este proyecto. De esta manera, el antiguo hospital fue expandido y transformado, dando origen a la impresionante obra arquitectónica que sigue asombrándonos en la actualidad.

La fachada principal, diseñada en un estilo renacentista, se destaca por su almohadillado y por la presencia de los medallones mencionados anteriormente.

Asimismo, se puede admirar una réplica de la escultura de san Jorge, una obra del artista florentino Donatello, que fue obsequiada por el gobierno italiano a México durante el Centenario de la Independencia. En 1913, los hermanos Manuel y Carlos Ituarte culminaron la construcción de un llamativo domo de hierro y vidrio de estilo art nouveau, que protege la estructura.

A lo largo de las generaciones, una sucesión de artistas influyentes, incluyendo figuras como Pedro Patiño Ixtolinque, Pelegrín Clavé, José María Velasco, Gerardo Murillo, Santiago Rebull, Salomé Pina, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, han dejado su marca en las aulas de la Academia, ya sea como maestros o alumnos.

Los ecos de la rica historia artística de México siguen resonando en las sorprendentes calles del Centro Histórico en la academia de San Carlos.

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